La  basura es el reflejo de nosotros mismos, y por lo tanto, una herramienta para conocer la realidad en la que vivimos.
Cada lugar tiene su propia basura, que nos describe la manera en que viven  y como son las personas que los desecharon, por ello, estos desechos quedan coligados a su situación.
La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta como una inmensa acumulación de basuras. Ninguna otra forma de sociedad anterior o exterior a la moderna ha producido basuras en una cantidad, calidad y velocidad comparables a las de las nuestras, ninguna otra ha llegado a alcanzar el punto en el que la basura ha llegado a convertirse en una amenaza para la propia sociedad.
Con estas obras no sólo quiero hacer referencia a los sistemas ecológicos sino que también estudiar la conexión de dichos sistemas con los paradigmas de la sociedad humana, es decir, sus sistemas económico, político y social desde la práctica artística.
Reciclar otra vez los desechos industriales para, mediante una suerte de química de las emociones, sustituir la sensación “natural” de asco que todo residuo provoca  por un sentimiento de melancolía o piedad hacia todo eso que está “de más”, llegando incluso a suscitar asombrosamente,  un sentimiento de belleza formal, a partir de la trasmutación de las cosas.


“Las señales de descomposición son el sello de la autenticidad de lo moderno.”

FRANCALANCI, Ernesto L.